Carta para un docente

PDamian

Queridos amigos,

Os comparto estas líneas que quieren servir de reflexión y motivación para vuestra tarea cotidiana como educadores, como músicos o como apasionados por la transmisión de la Buena Noticia a las generaciones futuras.

Mi experiencia de fe personal vivida en comunidad como misionero redentorista, me dice que Dios no resta, Dios siempre suma. No resta dones y cualidades particulares, sino que se sirve de ellas para crear su sueño, su proyecto, su Reino en medio del mundo. Como educadores hemos de tener este dato teológico muy presente, pues no debemos mirar siempre con desconfianza las inquietudes particulares de profesores, alumnos, familias y trabajadores o colaboradores. Más bien debemos ser capaces de integrarlas en un proyecto más amplio haciendo posible que la persona en cuestión se sienta parte de un plan común. Esto nos dará mucha fuerza, creatividad y audacia. Todas las personas que forman parte de nuestros centros, amadas con la misma intensidad por Dios sin distinción, tienen algo que aportar a la vida de la comunidad educativa, incluso las personas más críticas o aquellas que “aparentemente” no se han sumado al proyecto.

Esa ha sido mi experiencia. Mi comunidad y el centro en el que trabajo nunca han restado importancia a la creatividad o a las aportaciones de cada uno de sus miembros y es ahí donde he podido ofrecer mis dones particulares al servicio de un proyecto siempre mayor.

Por otra parte, y sin ninguna duda, puedo afirmar con convicción que los centros católicos “sabemos educar”. Y sabemos hacerlo por muchos motivos. El primero de ellos porque lo hemos hecho desde que fuimos conscientes de la necesidad de una educación para todos y especialmente para los más vulnerables. La Iglesia desde el primer momento ha estado presente, mediante los educadores católicos, en situaciones de pobreza extrema ofreciendo posibilidades de desarrollo y promoción de la persona. Pero, además, sabemos educar porque nuestra educación es integral. De nuestros centros no sólo salen personas competentes en los distintos ámbitos, sino personas capaces de llorar con los débiles, de alegrarse por los logros de otros… personas que construyen un mundo más justo, más humano y más hermano. Nuestros alumnos no sólo saben cómo enfrentarse a un ordenador o a los problemas laborales o sociales, sino que la educación católica genera en ellos la necesidad de implicarse como agentes activos en la construcción de un mundo mejor aportando lo que han aprendido.

La realidad humana y personal es que no somos sólo cerebro… somos mucho más y ese “más” se aprende, se desarrolla y se potencia solo si se convierte en un signo comunitario de las generaciones a las que educamos. En nuestros centros sabemos cómo hacerlo y, además, sabemos hacerlo desde el respeto profundo a las creencias particulares y a las opciones de vida que cada alumno va tomando.

En último lugar, considero importante hacer referencia al mundo del arte que ahora me tiene envuelto. ¡Qué sería de nosotros si no aprendiésemos a contemplar la belleza, a abrir nuestros oídos, nuestros ojos, nuestros corazones a lo que el interior de otras personas que nos preceden han plasmado con sus voces, sus manos o su inteligencia! La música, por ejemplo, es un medio privilegiado para la educación porque conecta realidades externas con vivencias profundas y personales… Y es que lo que conecta con los sentimientos permanece, lo que pasa sólo por las neuronas se pierde.

Gracias por vuestro tiempo y ánimo. Que se note que nuestra tarea como educadores responde a una vocación que nos hace profundamente felices. Eso se traducirá siempre en un alumno entregado, atento y motivado por aprender a bandearse en el mundo con las herramientas que nosotros le hemos ofrecido.

PDamián
@PadreDamianVoz

Gracias

600x200graciasblogRecién terminado el XIII Congreso de Escuelas Católicas, no puedo dejar pasar la oportunidad de agradecer su participación a todos los que han formado parte de esta aventura. Al equipo organizador, agradecer su afán inquebrantable de hacerlo lo mejor posible, a los colaboradores y patrocinadores, su confianza en nuestro trabajo, a los asistentes, su entusiasmo. Gracias a todos porque sin vosotros esto no hubiera sido posible.

Gracias a Guadalupe por esa ingeniería que ha permitido que todo estuviera en su lugar en el momento preciso.

Gracias a José María, Fernando, Irene, Luis, Loli y Sara por diseñar un programa cargado de contenidos motivadores. Gracias a Solo por inspirarnos.

Gracias a Javier y a Iván por conseguir que el vil metal no fuera un obstáculo.

Gracias a César por poner una sonrisa al proceso de matriculaciones, acreditaciones y secretaría. Gracias a Paloma porque ha conducido con elegancia a las autoridades e invitados al Congreso.

Gracias a Eva y a Zoraida por su precisión e innovación en la información y la comunicación. Gracias a Laura por dar un aspecto novedoso a las conclusiones del Congreso.

Gracias a Miriam porque el blog del Congreso y la web de Escuelas Católicas han estado a punto en todo momento.

Gracias a Susana, Julia, Elena, Gema, Alex, Jacobo, Oscar, Alicia, Mónica, Tere, Ana, Sonia, José Antonio, Iván, Carmen, Pilar y Mada. Ellos solos supieron acompañar con eficacia a 1.800 congresistas.

Gracias a Mercedes por su oración y su disponibilidad.

Gracias a Toni por su apoyo en los stands. Gracias a las 60 empresas colaboradoras que nos han traído decenas de ideas para seguir mejorando. Gracias a José y Noemí por su soporte para ofrecer un espacio adecuado a nuestros colaboradores.

Gracias a Alberto por llevar nuestras redes sociales a puertos tan lejanos junto a Dani, Alejandro, Ana y Manu; y por organizar un equipo técnico tan completo, gracias a Antonio, Iñaki y Fredy.

Gracias a Pepe por llenarlo todo de color y por sus impecables usos tipográficos. Y a Carlos y Enrique por traducirlo todo en un escenario de lujo.

Gracias a Natalia por su saber hacer. Gracias a Javi por su cálida voz en off.

Gracias a Jorge por su maestría fotográfica. Gracias a Marco, Pablo y Silvia por su profesionalidad al hacer el streaming y los vídeos.

Gracias al Banco Popular, Mc Yadra, Unir, Alcesa, SM, Edebé y Edelvives por su apoyo incondicional.

Gracias a Carlos, Jesús, Siro, Luis, Divina, Fernando, Cristóbal, Lourdes, Pascal, Manuel, Mariano, Jesús, José María, Victoria, Xiskya y María por sus iluminadoras intervenciones. Gracias a Gabriela por traducirnos las palabras de Balmand.

Gracias a César, Marcial, Piedad y Juan Carlos por acompañarnos.

Gracias a Ara, Humberto, Tania, Jesús, los niños violinistas del Colegio Nazaret Oporto, los cantantes de Gospel Factory, la Escolanía del Valle de los Caídos y al Padre Damián. Han sido banda sonora de lujo.

Gracias a los ex ministros de Educación de España, a los ex alumnos de nuestros colegios y a los padres de alumnos actuales que han colaborado tan gentilmente con nosotros para enriquecer los vídeos que han ido ilustrándonos.

Gracias a las instituciones titulares por ayudarnos a construir la línea del tiempo de la escuela católica.

Gracias a Jesús, Nacho, Ana y Valeria por acercarnos a Malala.

Gracias a Mar, Gema, Inma y Gabi, desde la retaguardia. Gracias y ánimo, María.

Gracias a tantas personas anónimas que han estado detrás de cada servicio que hemos ofrecido.

Gracias a todos y cada uno de vosotros, los que nos habéis acompañado en el Hotel Auditorium y los que nos habéis seguido por Internet. Vosotros, titulares, directores, maestros, educadores, inspiradores… sois la razón de ser de este Congreso.

Gracias por hacerme sentir tan orgullosa de vosotros.

GRACIAS

Victoria Moya Segura
Directora del XIII Congreso de Escuelas Católicas

Palabras de Juan Carlos Pérez Godoy, presidente de Escuelas Católicas en la clausura del XIII Congreso Sabemos Educar. Libertad y compromiso.

Clausura del XIII Congreso de ECQueridas amigas, queridos amigos:

Cuando era un joven salesiano y participaba con los chicos en los campamentos de verano, había una expresión que solía decir siempre en las primeras buenas noches al inicio del campamento. Muchos, sin yo esperarlo y casi no recordarlo, la han traído a mi memoria, años después, en encuentros posteriores con ellos: “Hagamos de este campamento un experiencia inolvidable”.

Por qué os cuento esto. Porque quiero deciros que para mí, este congreso, y creo que para una inmensa mayoría de vosotros –lo veo en vuestros ojos, en vuestras miradas, en vuestros rostros, en vuestras sonrisas de satisfacción-, HA SIDO UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE.

Comenzamos, superando el vértigo, subiendo a la cima. Metas altas. No indiferentes del proceso. En la cima contemplamos, al amanecer, cómo brilla el sol. Para brillar. Brille así vuestra luz ante los hombres del mundo… no se puede ocultar una ciudad encendida en el monte. Y se nos pidió hacer de la escuela una ciudad que no se acaba, un lugar de Experiencias memorables, una escuela nueva y contagiante, “viral”…

Y recorrimos, entre sueños, danzas y colores, el camino de nuestra identidad….. En ella está la calidad…. transparencia, camino sagrado de colores, experiencia Divina….. y CLARA, camino sagrado: cada día deberíamos descalzarnos para entrar en el aula porque pisamos lugar sagrado. Un lugar para crecer en libertad y dignidad: ser persona, ser hijos de Dios. En esta experiencia muchos religiosos y muchas religiosas han entregado y gastado su vida. Los tiempos han cambiado y en la escuela es donde los religiosos más hemos vivido un verdadero éxodo para resituarnos, en comunión de espíritu y acción con los laicos de la Comunidad educativo-pastoral, en la misión compartida: SER PARTE y TOMAR PARTE.

Esta experiencia es un derecho no una oferta más barata. Y ya está bien de tomar a los inmigrantes como producto que se exhibe como si de un escaparate se tratara. Pero los datos hablan, los datos cantan…. y ponen de manifiesto nuestro compromiso con los más desfavorecidos y en riesgo de exclusión. La Escuela Católica es una de las instituciones que forman líderes y educan contra la exclusión social y a favor de la integración y la diversidad. Uno de los retos importantes es la renovación espiritual y cultural por la justicia…, trabajando en el fondo del corazón de cada persona, en congruencia con nuestros valores evangélicos que configuran nuestra identidad. No podemos rendirnos, porque ellos, nuestras alumnas y nuestros alumnos, nunca se rinden, -Malala es un ejemplo-. Es preciso escucharlos, permitir que sean protagonistas de su propio crecimiento.

A la espera activa de un Pacto educativo, aquí estamos para hacer maravillas, milagros, vivir experiencias memorables, en medio de estas leyes educativas; para crear espacios de reconciliación y cocreacion, escuelas abiertas al entorno, a la zona, al territorio, al continente digital, para colaborar en la trasformación evangélica de la realidad. Colaboramos con todos los que desde diferentes posiciones ideológicas y religiosas trabajan por el bien de la sociedad, por construir un mundo más justo, más humano. Y lo hacemos desde el evangelio, que no se impone, se propone. No nos lamentamos de nuestro tiempo, lo asumimos con confianza y esperanza.

Y cuando hablamos de esto hasta nos emocionamos… y también cantamos y danzamos, y hacemos fiesta, porque una educación sin música y sin fiesta es como un cuerpo sin alma. Y hay mucha alma en la Escuela Católica; hay mucho conocimiento que hemos de compartir. Su gran riqueza: las personas. Muchísimos profesores y profesoras, maestros y maestras entregados por vocación a esta misión edcuativo-pastoral.

Amigos y amigas, el derecho a la educación no puede seguir sirviendo de coartada para pretensiones monopolizadoras. No basta que haya pluralidad dentro de una escuela única, se necesita pluralidad de escuelas. Por eso defendemos y luchamos por una Libertad de enseñanza. El ideario es lo que justifica la existencia de nuestros centros y su concierto. Por ello no hemos de olvidar que existimos para evangelizar. “Las Escuelas católicas, que intentan siempre conjugar la tarea educativa con el anuncio explícito del Evangelio, constituyen un aporte valioso a la evangelización de la cultura, aun en los países y ciudades donde la situación adversa nos estimule a usar nuestra creatividad para encontrar los caminos adecuados”, nos dice el Papa Francisco en la Evangelii Gudium.

Os animo a reafirmar nuestro firme compromiso por una Escuela Católica fiel a su identidad; fiel a sus destinatarios preferenciales, los más necesitados; fiel al espíritu de nuestros fundadores y fundadoras y a la sabiduría que los guió; fiel al espíritu de Dios para discernir qué y cómo debemos hacer en este desafiante y al mismo tiempo apasionante momento de nuestra historia para el mundo de la educación, convencidos de que la Escuela Católica no es una amenaza, sino una riqueza para nuestra sociedad democrática y plural.

Gracias a quienes habéis hecho posible este Congreso. Gracias por vuestra participación. Ánimo y adelante, siempre adelante, con la mirada puesta en el Señor.

Muchas gracias.